Conozca Nuestra Historia

Sobre Este Espacio

La voz Tubanera abre un espacio para ir publicando algunos personajes que de una manera u otra hicieron historia en nuestro pueblo y que su vida es desconocida por las generaciones más jóvenes.

Nos referimos a esas personas cuyos nombres llevan calles, o instituciones, o aulas de las escuelas de nuestro municipio.

Desarrollaremos este espacio en la medida de lo posible, es decir, hasta donde podamos investigar con cierto grado de fiabilidad y mientras encontremos personas que nos puedan ofrecer las informaciones pertinentes.

Anteriores

Anteriores
Ernesto de los Angeles Vasquez

Manuel del Socorro Vargas

Manuel Germán

Amaury Germán Aristy

Rev. Camilo Boesman

Guillermo Germán Casado

Bertilio Canó Espejo

Eladio Reyes Calcaño

Francisca Angeles

Manuel Emilio Paniagua

Juan Antonio Rodríguez

Victor Devers (Indio)

Academia Nuestra Sra. del Carmen

Bomberos

sábado, diciembre 3

Emilio Baldallac Sagrero (el zapatero)

“La historia local es la especialidad de la ciencia histórica que toma como objeto el pasado de una comunidad”. - Jesús Gerónimo García 

Emilio Baldallac llega a Padre Las Casas en 1959 como cabo del Ejército Nacional. Como en ese entonces la persona encargada de administrar el riego de agua debía ser militar, a Emilio se le asignó la tarea de cuidar el agua de riego del canal. Por dicho trabajo, la gente lo llamaba “cabo de agua” .

Al poco tiempo de estar en Padre Las Casas se enamora de la joven Margarita Lebrón (Margó), de Buena Vista, y procedente de la distinguida familia Lebrón. Juntos formaron una familia, procreando una niña que falleció muy pequeña. 

La Pulpería                                                                                                                                              Después de un tiempo, deja la milicia para, junto a su esposa, poner el negocio de una pulpería (como se le decía antes): “establecimiento comercial de venta al menudeo de artículos de todo tipo, y, en general montado con un capital modesto”. 

En la pulpería o bodega (como también se le llamaba) se vendían golosinas y peculiaridades que solo se hallaban en su colmado como eran:

- Los caramelos Pa’ tí y Pa’ mí (que eran como un hombrecito con dos cabezas, una arriba y otra abajo, unidos por la barriga). 

- El caramelo Felipa y Macario, cuyo nombre era porque estaba formado por una pareja de ‘esposos’, unidos uno al lado del otro (lo que hoy se le diría siameses). 

- Y el famoso polvo de cara, Para Mí, de color rosado y rico olor, entre otras peculiaridades. 

- Los que creían en los ‘hechizos’ milagros iban a la pulpería de Emilio a comprar botellas de aguas milagrosas que servían para atraer al sexo opuesto. Las mujeres, especialmente, las usaban para atraer a un enamorado o al esposo que andaba descarriado. Entre el agua milagrosa de ese tiempo podemos recordar Ven a Mí, Jalón, Viní Viní, y Espanta Diablo (esta última para tirarla cerca de la casa de algún enemigo). Estas aguas eran preparadas por el mismo Emilio y su esposa. Las hacían con carbón molido y le agregaban unas gotas de mentiolé (para darle color), amoníaco (para imprimirle un olor peculiar), un poco de la famosa Agua Florida (o de olor). Todo de acuerdo al propósito para que se iba usar, y luego le ponían el nombre en la botella. 

- En el negocio, se vendía además toda clase de aceite medicinal, como aceite de higuereta, de palo, de coco, etc., siempre hecho por ellos mismos. 

La gente solía decir, “vamos pal’ negocio de Margó” cuando necesitaban una de estas especialidades. Por ejemplo, Rafael Beltré (Faelo/Racle, q.e.p.d.) cuando se estaba en tertulia decía, “si usted quiere algo raro, vaya al colmado de Margó”, y entonces se ponía a enumerar la larga lista de singularidades que allí vendían. 

El Zapatero                                                                                                                                                Se destacó Emilio en la fabricación de calzados: zapatos, botas, sandalias, “soletas” (una especie de sandalias, pero más rústicas, usada por los hombres de campo), entre otros. 

Para los militares hacía zapatos de la marca Royal Especial (una de las mejores en el país en ese entonces). 

Los pobladores de Padre Las Casas y todas sus zonas aledañas, hombres, mujeres, y niños llegaron a calzar sus pies con los finos y elegantes zapatos hechos por Emilio, ya fueran de piel, charol, u otro material. 

También enseñó a algunos el oficio de zapatero, como a Berman Paulino, Viriato, y Bernardo. 

Anécdotas                                                                                                                                                    1) Emilio, simpatizante activo del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), tenía una vitrola que ponía en el techo de su casa a todo volumen para que se escuchara lo más lejos posible, y entonces ponía la música de la campaña. Cuando la campaña del ex presidente Jorge Blanco, ponía y repetida muchas veces un merengue que decía: “y a los pobres reformistas que se vayan pa’ su campo a sembrar yuca y batata ya lo manda Jorge Blanco”.

  Vitrola: antiguo aparato de reproducción del sonido, con una caja  especial de resonancia en forma de mueble ornamental que incluía un plato para un disco fonográfico, un brazo con una púa reproductora, un altavoz, y una manivela para darle cuerda. 

 2) En una ocasión, cuando era militar en Padre Las Casas, lo mandaron a buscar a alguien preso. Cuando lo llevó al cuartel, su jefe le ordenó que le diera una pela al preso, a lo que Emilio se negó contestando, “con todo respeto señor, yo no le doy pela a hombres”. 

Tanto Margó como Emilio han fallecido ya. Emilio murió en el 1986 y aunque no tuvo hijos (aparte de la niña fallecida) con Margó, sí tuvo otros hijos antes de venir a Padre Las Casas, entre ellos Wilkin Baldallac, quien vive en PLC. 

Los hombres de trabajo, que han aportado a la sociedad, como Emilio Baldallc, no deben quedar en el olvido. Deben ser recordados como parte de la historia del crecimiento y desarrollo de la comunidad. 

Son muchas las personas que conocieron a Emilio, compraron en su negocio, revivieron un amor con sus aguas milagrosas, o calzaron de los zapatos hechos por este humilde zapatero. Hombre de buen vivir, respetuoso, y trabajador, decía: “no tengo nada de que me culpe la conciencia, salvo de haber envenenado unos patos, de los cuales murieron dos”. 

Es importante que las nuevas generaciones sepan la historia de su pueblo para que entiendan el contexto social de la sociedad en que viven. Dichas historias reflejan la capacidad de supervivencia, resistencia, y superación de generaciones anteriores. 

Por eso hoy publicamos lo que hemos podido recopilar de Emilio Baldallac, quien pasa a formar parte de "Conozca Nuestra Historia".

Emilio Baldallac y esposa, Margarita Lebrón